Eran las 17:30 aproximadamente y ya algunos curiosos se acercaban y preguntaban por la hora de inicio. Una pequeña dosis de impaciencia parlante anunciaba la proximidad del inicio de un evento metalero calificado con el adjetivo de prehispánico a partir de un sincretismo cultural. Solo faltaban algunas pruebas de sonido y listo, las puertas se abrirían para dar inicio a un evento que conforme transcurría, solidificaba más lo que sería su principal característica: la versatilidad en el escenario en cuanto al estilo de cada una de las bandas para el goce y disfrute del público.
Un Bodegón a medio llenar fue el espacio físico donde cientos de gargantas sepultaron permanentemente el silencio al unísono del barullo. En todo momento quienes asistieron esa noche, entablaron un diálogo generalizado de aceptación con cada una de las bandas a partir de su respectiva participación arriba del escenario. Ya fuera sacudiendo el cráneo, cantando, o rompiéndose la madre en, el slam, la banda atenta presenciaba y disfrutaba del show, no le perdían la pista a una miscelánea de feelings proveniente de los sonidos de guitarras, bajos, baterías e instrumentos del tipo prehispánico.
The Golden Age, Tlillan Calmecac, Ominous Yum Cimil, Black Souls, Colectivo de Arte Noche Infinita, Xipe Totec Calpul, Balam Akab y Mictlan, fueron los encargados de la oferta musical acompañada de un sonido a escala conveniente para pasar un buen rato de ingesta de metal en vivo. A decir de audio y el sonido, en lo general había quedado lo suficientemente aceptable para permitir el constante desarrollo del evento sin tener que preocuparse por problemas técnicos que pudieran considerarse una dificultad para interrumpir el show.
The Golden Age estremeció al publico con las primeras guitarras, dejando ver la exigencia que esperaban por parte de las bandas; aun que tuvo buen desempeño la audiencia se ponía mas exigente,
fue como Tlillan Calmecac dejo ver su propuesta con un black metal ya muy clásico pero con un toque muy crudo y estremecedor, poniendo en alerta a toda la audiencia para exigir mas a la siguiente banda; la cual abordo al escenario con la emoción de calmar esos gritos.
Apareció Ominous Yum Cimil, haciendo notar con su propuesta de metal fusionado con mas instrumentos autóctonos. era algo de lo que esperaba la banda, dejando un buen sabor a los presentes espectadores
..fue cuando se anuncio que la siguiente banda seria Black Souls, una banda joven pero que ha tenido buena aceptación donde se ha presentado..su magia se empezó a contagiar a todos los espectadores cuando empezaron a colocar cabezas de españoles empaladas en lanzas, todos a la expectativa pues esta banda nunca se había presentado en Tula y no la conocían, fue cuando dio inicio a la propuesta que brindaron; y era exactamente lo que esperaba el publico, pues al digerir la primer canción de titulo “City of the Gods” ya se había echo el slam; un sonido bastante bueno dejo en claro las melodías que presentaron, un buen espectáculo y buen desempeño en el escenario captando la atención de todos.
Se hace una breve pausa para ver la danza que se llevaba acabo sobre el escenario del Colectivo de Arte Noche Infinita. Ya eran las 10:40 cuando toco el turno de Xipe Totec Capul, al ritmo de sus instrumentos autóctonos y su ya muy clásico black metal deleitaron a la banda llevando acabo un espectáculo muy interesante, como lo hacen en todas sus presentaciones, con una excelente fusión de instrumentos prehispanicos.
Balam Akah con su clásico death puro estremeciendo el salón “El Bodegón” y tocando un set bastante completo,
dando paso a Mictlan que tocaron ya demasiado tarde y con muy poca raza pero fiel, hasta terminar y ver a su banda preferida.
A las 2:30 a.m aproximadamente había terminado. Había sido una muestra más de un esfuerzo para difundir el trabajo de algunas de las bandas que forman parte de la escena underground en México y que, dicho sea de paso, tuvo un dejo de satisfacción general en la banda. Había sido un esfuerzo de complicidad con los espectadores, quienes con singular disposición se mantuvieron su apoyo hasta el final.
La percepción del sonido de metal de producción cien por ciento nacional entre la imagen de la muerte en carne y hueso, serpientes y otros objetos de ornamenta, símbolos de aquello considerado como lo prehispánico, cristalizaron en una noche amena y transcurrida por constantes dosis de metal. Una experiencia de poco más de siete horas, caracterizada por sonidos de tambores batientes y de potentes guitarras enmarcados dentro una narrativa prehispánica. Tenochtitlán Vive resultó ser una interesante propuesta, musicalmente hablando, dentro de la escena metalera mexicana; así como visualmente una proyección sugerente de vaivenes donde convergieron imaginación, realidad, identidad y memoria.
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